El ser humano posee una tendencia subjetiva (bias o prejuicio) de ver a gente y cosas con caras y formas infantiles o de bebé; como más ingenuas, indefensas y honestas.
Personas y cosas con rasgos redondeados, ojos grandes (como dibujos animados) y sensación infantil: transmite mucho estos perjuicios.
A pesar de ello, no siempre es positivo. Si por ejemplo una empresa o individuo se declara culpable de una acusación negativa, recibe más severamente que los acusados de rostros más maduros. Parece que la «expectativa de inocencia» y la «conclusión de culpabilidad» evoca una reacción más dura que cuando la expectativa y la conclusión se alinean.
Considere pues usar curvas en servicios o productos infantiles. Si aparecen personas o personajes, que sean de rostro infantil. Es decir el «Bias de bebé» se decanta por contornos faciales redondos, ojos grandes y claros, nariz pequeña…
Si dentro de este segmento queremos movernos a targets más mayores, usaremos lo contrario en un balance apropiado.
A la hora de elegir actores y recursos de marketing y promoción, usaríamos el mismo pensamiento.
Destacar finalmente la importancia de transparencia. Si repetimos un mensaje y un simbolismo de inocencia: no podemos por detrás tomar decisiones contrarias. Debemos ser consistentes y reales en todo momento. O sino las repercusiones serán más grandes.